viernes, 24 de agosto de 2007

El Volador

Un camino, una flor, un montón de gente, un sentimiento de extravío, un cielo extraño, una serie de esquinas donde doblar, el sonido de los autos pasando a gran velocidad, la sensación de que vas a aparecer de algún lado, la ciudad. La misma ciudad que he caminado tantas veces. Siete días, siete horas, las luces cambiando tan rápido su apariencia, que el cielo de pronto está alumbrado de naranja y se vuelve de un negro absoluto de golpe. Me golpea en los ojos que esperan. Y luego, como si hubiera estado haciéndolo siempre, estoy siguiéndote. No me agazapo. Apuro la marcha. Tu no me ves. Yo paso entre cientos de humanos. Los esquivo, para no perderte de vista. Te detienes y yo te comtemplo y aunque quiero alcanzarte para que me veas, es imposible, siempre es imposible. Ahora entras a la tienda, y yo espero a que salgas, de nuevo todo se acelera. Los humanos pasan en su neurosis cotidiana, rompiendo las barreras de lo que puedo ver. Espero. Algunos esperan como yo. Frotan sus manos para evitar el frio o encienden un cigarrillo. Yo me paseo entre ellos. Algunos me ven y me sonríen. Algunos me temen. Algunos hacen un gesto para que me acerque. Pero yo te espero. Cuando sales empiezo a seguirte de nuevo. A seguirte y no a perseguirte. Porque no tengo esperanzas de alcanzarte. Eso nunca sucede. Eso nunca sucederá. Te cuido. Creo que te cuido. Desde lejos. Ahora te detienes. Esperas. Y yo me distraigo con la idea de que me esperes a mi. Es gracioso, quizás esta vez sí me esperes. Pero paras un taxi. Me distraje. Como siempre. Trato de acelerar la marcha pero el auto siempre es más rápido. Se pierde entre otros muchos autos y yo corro, sí, ahora corro en esa dirección. No importa si ya no te veo.Tengo otros medios para hallarte. Te busco. Es el lugar de siempre. Hay demasiada gente y me confundo. Me distraigo. Veo de espaldas a alguien exactamente igual a ti. Pero ni siquiera intento ir tras ella. Estoy seguro de que no eres tu. Sólo yo puedo tener esa seguridad. Sigo buscándote. Ahora te veo. Desciendes. Estoy cansado por correr tanto. Todo el cuerpo se me adormece. Desciendes. La escalera eléctrica te trae hasta el primer piso del centro comercial. Tu mirada vaga por el lugar. Entre la gente. Como si de nuevo me estuvieras buscando. Trato de adivinar en tus manos las señas de que me viste. Pero vuelvo a perderte. Esta vez no espero. Salgo disparado. Me falta tiempo para pensar hacia dónde voy. Estoy corriendo de nuevo. Siento el dolor. Los latidos de mi corazón en mis oídos. Pero voy más rápido. Cada vez más rápido. Subo por una pendiente. Siento que es una pendiente. Casi ya no puedo correr. El dolor es más fuerte. Pero sé donde estás. Sé hacia donde ir. La dirección es clara, y te sigo. Por instinto. Por puro instinto.

Hasta este momento ha sido como siempre. La misma ciudad. Las mismas calles. Los mismos lugares a donde vas siempre. Las mismas caras. Los seres humanos que van y vienen y otros que esperan. Como siempre te perdí de vista. Cuando te tenía tan cerca. Aunque sé que no hay posibilidades de que te alcance, igual sigo corriendo. Aunque casi no puedo respirar. Sigo corriendo. Aunque estoy seguro que será como siempre, ésta vez no me detengo. Asi sienta el corazón que se me sale por la boca. No me voy a detener. No esta vez. Me arden los ojos. Casi ya no veo donde piso y sólo sigo corriendo.

Hasta ahora nuca había llegado hasta esta parte del sueño. Porque ésto es un sueño. Claro que es un sueño. Si no fuera así no podría correr tan rápido. No podría despegarme del suelo por tanto tiempo. No sentiría que unas extremidades nuevas nacen y se extienden. Se despliegan. Se extienden. Se sacuden. Y ahora respiro mejor. Un bocanada de aire fresco llega de golpe a mis pulmones. Me estiro. Me extiendo por completo. Luego miro el suelo. Cada vez más lejos. Siento mis alas moverse. Voy hacia un lado de un estadio enorme. Veo las luces. Me acerco cada vez más y no puedo levantar el vuelo. Voy directo hacia la pared. Sé que puedo volar mas alto. Aleteo. Aleteo. Aleteo.
Casi veo los bordes de los ladrillos en la pared. Aleteo. Estiro mi cuerpo hacia el cielo oscuro y aleteo. Y de pronto estoy sobre él. Vuelo. Sueño que vuelo. Te busco entre cientos de cabecitas pequeñas debajo de mi. Moviéndose neuróticas por los senderos delineados. Como hormigas pero que no se topan. Que no hacen nada por reconocerse con sus antenas. Que apenas si se miran. Te descubro llegando a un pequeño café. Con tu pequeña mochila y unas bolsas con regalos. ¿Alguno para mi? Me pregunto. Te sobrevuelo.

Claro que es un sueño. Por supuesto que lo es. Sino no podría sobrevolar el café. Atisbar por las ventanas pasando rápido como un ave que pasa desapercibida en la noche. ¿Cómo una enorme ave? Como una enorme y pesada ave. Enorme. Pesada. Tan pesada. Tan pesada como estas alas. Tan enorme como mis alas. Aleteo. Pero mis fuerzas parecen inútiles. Caigo.

Siento el aire en los ojos. Los cierro. Los cierro fuerte. Como para despertar. Pero al abrirlos el suelo esta mas cerca. Las calles se hacen más grandes. Ya no aleteo. Ya no puedo. Pero si es un sueño ¿Porqué caigo? ¿Porqué no puedo seguir volando sobre ti? Esperando. ¿Porqué tengo que caer?

Aleteo. Aleteo. Recuerdo cómo comenzó todo. El camino que sale de la casa y llega hasta el parque donde jugamos siempre. Juego entre las flores amarillas. Saltamos sobre las cantutas, corremos, uno tras del otro. Luego me oculto para que no me encuentres. Y no me encuentras. Y no te encuentro. Y me desespero. Y veo a tanta gente que no encuentro tu rostro. Empiezo a correr. Me doy cuenta de que estoy perdido. Salgo del parque y trato de encontrarte por las calles. Intento tranquilizarme pero me doy cuenta que el cielo ya esta oscuro. Casi no distingo los rostros de la gente. Doblo una y otra esquina y no te veo. Ya ni siquiera me parecen conocidos los caminos. Sí, estoy perdido. Camino por una avenida y veo los autos pasar tan rápido como si estuvieran cayendo. Caigo. Sigo cayendo. Ya casi estreyo mi cuerpo pesado contra el suelo. Mis ojos, Mi cabeza. No soy un ave. Por eso caigo sin gracia. Como el pedazo de algo desprendido de un ave. De un águila. De un halcón. De cualquier cosa que sí vuele. Caigo. Siento el suelo en mi cabeza...

- Gi, ¿Porqué no lo dejas dormir? – Dijo, al sorprenderla acariciando la cabeza del hermoso siberiano que sorprendido por el tacto de ella levantaba la cabeza del cojín y herguía las orejas para detectar mejor los alrededores del lugar en donde había aterrizado.

- Pobrecito, ¡parecía que tenía una pesadilla! – Respondió ella haciendo un mohín que la regresaba a la infancia.

Él rió, sin estar seguro de si era por el gesto de niña de Gi o por el fantástico comentario sobre la pesadilla.

- Amor, ¿de dónde sacas esas cosas? – respondió él, acercándose al perro con cara de lobo, y mirándolo fijamente a los ojos de pupilas tan celestes que casi se confundían con el blanco del rededor, dijo

- A ver Zeta, ¿verdad que puedes soñar? y ¿Qué sueñan los perros...?

Zeta ladeó graciosamente su cabeza como apunto de dar respuesta a la fantástica pregunta, para luego estampar su áspera lengua en la cara de su cuestionador, con un movimiento tan veloz como impredecible. La risa de Gi se escuchaba en toda la casa llenándola de alegría, esparciéndose hasta a los rincones más oscuros, maravillosa, brillante; mientras los escuchas reir y los vez jugando con Zeta en la sala, desde arriba, como alejándote de ellos, a punto de desaparecer atravesando el techo, sabiendo que ya casi acaba el cuento, que ya casi te vas, como si tu también fueras otro Volador.





Para Gi.

jueves, 23 de agosto de 2007

Blades en la sangre

El teatro municipal, 4 am, Blades, Steffano y Xplora

viernes, 17 de agosto de 2007

No te derrumbes Perú

Para todos nuestros hermanos peruanos, esperamos que el terremoto que nos sorprendió hace poco no sea sinónimo de ninguna desgracia en sus hogares.
Esperamos que todos estén bien y que en todo caso esta experiencia nos sirva para replantearnos algunas cosas y revalorar aquelo que a veces damos por sentado, como nuestras familias y hasta nuestra propia seguridad.
Realmente esto no fué un juego, en muchos lugares al sur de Lima la situación fué realmente devastadora. Desde aquí nuestra solidaridad para con ellos y el deseo de que dentro de lo posible la tranquilidad vuelva pronto a nuestros corazones.
Perú, tu eres mucho más grande que cualquier cosas. NO TE DERRUMBES NUNCA¡¡¡¡.

martes, 7 de agosto de 2007

Qué buena campaña!!!




Como publicista y fan, tenía que ponerla jeje

Regalos remezclados


Este es un claro ejemplo de lo complicado que es tener tantos cumpleaños en tiempos tan cortos.
Tengo en mi casa el regalo de Gino para Marko, el de Marko para Javier, el De Ivan para Javier y un par más que no se de quien son.
Señores por favor, o se terminan de dar sus respectivos regalos o los empiezo a usar jejejeje.